Roma goleó, pero no alcanzó
- Gaspar Roulet
- 2 may 2018
- 3 Min. de lectura
Liverpool accedió a la final de la Champions League luego de dejar en el camino a Roma, de pobre actuación en el primer partido de la semifinal. El duelo de hoy concluyó 4-2 en favor de los italianos, pero lo acontecido en Inglaterra favoreció al conjunto visitante.
Roma no tenía nada que perder y por eso salió con todo desde el minuto uno, a puro pelotazo. Sin embargo, evidenció la misma falta de juego, de capacidad de distribución en el medio y de definición arriba.
De todos modos, a pesar del arranque fuerte de los locales, Nainggolan falló en una salida, dejándosela corta a Fazio. Así Liverpool aprovechó el error y Mané definió ante la salida de Becker, poniendo el 0-1 parcial en nueve minutos de juego. La ilusión de la Roma comenzaba a desvanecerse.
Pero poco tiempo pasaría hasta que la igualdad llegó. En el minuto 16 El Shaarawy bajó un centro, Lovren la despejó, pero el rechazo golpeó en la cara de Milner y entró en su propio arco. Un empate con suerte, pero que daba vida.
Aún faltaba mucho para el final del primer tiempo y la Roma volvería a perjudicarse a sí misma. En un córner, Fazio despejó a medias con la cabeza y Dzeko falló en completar lo que había iniciado el argentino y rechazó hacia adentro del área con la cabeza. Nadie se lo esperaba, pero Wijnaldum estaba atento y de cabeza se encargó de poner el 1-2 en el minuto 25.
Así concluiría la primera parte. ¿Salah? No estuvo conectado y no fue fundamental en el juego de su equipo.
Ya en la segunda parte, la polémica comenzaría a reinar. Dzeko partía habilitado y Karius le cometía un claro penal, pero la jugada era invalidada por un supuesto offside del bosnio, que no fue tal. Pero siempre hay revancha, y en la jugada siguiente, el propio Dzeko recibió un rebote de Karius en el área y definió cruzado, poniendo el empate parcial. Se jugaban poco más de 52 minutos.
Luego, otra vez habría polémica. Arnold bloqueó un remate con la mano, pero el árbitro no advirtió la grosera falta del lateral inglés y cobró corner.
El partido entró en una meseta. Liverpool no atacaba, Roma seguía sin saber que hacer con la pelota y el reloj corría, provocando imprecisiones entre los italianos producto del nerviosismo.
Esto se quebraría en el minuto 86, cuando Nainggolan rematara de manera formidable con derecha desde fuera del área y decretara, con ayuda del palo, el 3-2. Un resultado que obligaba a los italianos a convertir dos goles más en el poco tiempo que quedaba.
El árbitro adicionó tres minutos y la Roma lo intentó, pero mayormente fracasando. Sin embargo, en la última jugada del partido, Klavan, que había ingresado a falta de diez minutos por jugarse, tocó el balón con la mano en el área y el árbitro sancionó penal. Nainggolan ejecutó la pena máxima de manera letal, con un remate seco a la izquierda del arquero. La pelota por un lado, el arquero por el otro y el marcador 4-2. Faltaba un gol.
Pero no hubo tiempo para más y el árbitro esloveno pitó el final. Liverpool disputará la final de la Champions League frente a Real Madrid en Kiev. Roma, por su parte, quedó al borde de la épica, pero su propia falta de fútbol y sus constantes errores la condenaron.
El resumen del partido:
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